top of page

                                                                                                                                                                                                                            OLIVIER ESCARGUEL Y SU TRABAJO

 

                                                                                                          El espacio interior del mundo

 

 

 

      

Si se tuviese que elegir una sola palabra para describir la obra de OE, seguramente “poética” vendría a la memoria.  Cierto, su obra es poética por sí sola y según varios ángulos, pero primero por su aspecto personal y humanista que busca alrededor del mundo y a la vez sus hilos invisibles, las almas y las existencias, las historias escondidas en lo indecible de los rostros como en los secretos de los corazones. Esta mirada que permite un rayo de luz, ella misma travestida a menudo, desnaturada a veces, pero sin embargo puesta en cada cosa y en cada ser.

En este sentido, la obra entera de OE revela una relación auténtica  y única con el universo, una manera de penetrarlo y de hacer alianza con él y, finalmente, con toda la vida.

LITERATURA

 

Su trabajo se expresa y se desarrolla en varios tipos de expresión que van contestándose y enriqueciéndose mutualmente, es realmente orientado hacia la creación literaria y por otra parte a la poesía. Ella fue desde siempre su terreno de conocimiento y acontecimiento de privilegio, como base espiritual y académica de lo que iba a continuar, como laboratorio de expresión semántica y de exploración. Se fija en la palabra que abre y distribuye el espíritu del  verbo y de la carne y así pasa en busca de los encuentros entre el espacio y el tiempo. Tal cual, piedra inicial del lenguaje y de la literatura, la poesía fluye a través de la obra del autor e inspira lo que escribe a parte. Aun inspira su obra integral como visiones múltiples y unidas del mundo del alrededor y de adentro. No son consideraciones personales, sino traques permanentes de la luz; no son solo de sentimientos individuales, sino la espera de la paz en esa relación de cercanía entre afuera y adentro, entre lo de los demás y lo de su propio.

Entonces, lo hace con todos los medios que están a su alcanza, que sean relatos de viaje, historias breves, teatro, elegía, diálogos o novelas. Todo en proceso o en el camino de la publicación por el tiempo que le tome llegar a dedicarse completamente a este trabajo y así a sacar los manuscritos de los cajones donde se iban, anos tras anos.

Mucho de eso esta también  relacionado con la pérdida de un manuscrito en Cádiz, Andalucía, cuando tenía 19 años. Ahora tiene el hilo que le conduce a la unidad  con una manera muy especial y muy personal de unir la memoria y el lenguaje, el tiempo que se va y el que se queda según temas que se cruzan dando a la obra en general unidad y diversiones de única manera. Este tema de “los poemas perdidos” recorre todo su trabajo y se convirtió a lo largo de los años en una búsqueda incansable, fuente de su nostalgia y de su esperanza, que se parece a la parte perdida de la humanidad.  Así se va, persiguiéndolos, tanto con la luz de su camino que con la sombra de sus noches sufrientes. Aborda entonces las ideas del tiempo y del luto, de la pérdida, de la soledad, de la memoria, de la permanencia y del futuro que está explorando para dar visibilidad a estas tramas invisibles e indecibles que fluyen dentro de cada vida y le dan un sentido profundo.

 

 

 

FOTOGRAFIA

 

La obra de Olivier Escarguel se ha enriquecido con los años, es un trabajo fotográfico recopilado durante largos viajes.  Los cuales le permiten seguir en su tendencia inicial de contemplación y meditación. Se impregnó de los lugares y de sus espíritus para dejar ver imágenes que les revelan de misma manera que su escritura.  Es una transcripción del mundo que privilegia esta relación especial entre el de adentro y de afuera, como el punto de encuentro entre la parte horizontal y la parte vertical de cada uno, tanto por la persona que se muestra en las fotos como por quien las mira luego. Entonces, él está elaborando una obra fotográfica donde la poesía es también una tendencia privilegiada y el humanismo una especie de rastro permanente y aún inconsciente.

Que sea en las caras de las personas, en las actitudes expresadas como en las escenas en las calles de las ciudades, pueblos o del campo, se observa una cercanía entre la luz del cielo y la del interior de la gente como una trama incandescente que aclara el discurso que se calla, e imágenes tras imágenes se adivina y se contempla.  La relación entre la ciudad y el que se acueste libremente por aliviarse del cansancio, la proximidad entre la montaña o el mar  y su gente se están revelando como raíz de la creación en sí misma. Caras de viejos y de niños hablan de  lo esencial, de la relación con los demás y de la parte única de cada ser. Cuando tres hombres se reúnen en la mesa de chicha, observamos el placer de compartir, la paz de contemplar el tiempo transcurrido. En todas partes pasa la luz, pero una luz particular cuyos rayos se desarrollan hasta los sentimientos de quien lo ve.

La actual obra de fotografía tiene esencialmente dos partes importantes: La primera es de Medio Oriente y principalmente Yemen. La segunda es de Suramérica y de todos los países donde el autor se quedó. Es un ciclo excepcional, variado y personal que se ira multiplicando en el futuro, a la vez en el continente latino como en otras partes, expresando así diversidad y unidad.  Frente de nuestros ojos, estamos leyendo la constitución de una obra que da a Babel su justificación y sus límites. Esta obra de fotografía ahora está naciendo como meditación  y solo es el preámbulo de algo que se ira desplegando.

 

 

VIAJES

 

Olivier Escarguel se ubica en esta ranura de escritores viajeros. Ir a encontrarse con los demás es un motivo para ponerse en camino, el viaje lo practica fundamentalmente como un arte, es decir para sí mismo. Él está en busca de personas y de lugares, de colores y de imágenes que le permiten dar un paso a lo que tiene que revelar, y entonces él cruza el mundo al igual que explora su espacio interior. Lo muestran sus cuadernos de viaje. Y con el tiempo persiguiéndolo por todas partes, el viaje se transforma  en una metáfora de la vida humana y de la suya en particular.

No obstante a veces mira a su alrededor como analista de los asuntos internacionales y especialmente en el área de la política internacional, con una visión  periodística.  De hecho, terminó una tesis de ciencias políticas en el Instituto de Ciencias Políticas de Paris.  Por lo tanto,  su profundo conocimiento y objetividad de los acontecimientos internacionales hacen parte de su punto de vista como viajero.

 

COHERENCIA Y UNIDAD

Es pues, una obra de gran diversidad y unidad a la vez. Si cada parte de su trabajo es suficiente como obra en sí misma y tiene su propio sentido, cada trabajo, sea de escritura o de fotografía brinda una coherencia importante al conjunto de la obra y la enriquece de manera recíproca, con una poesía que va creciendo a medida que pasa el tiempo.

Esa poesía nos habla de la naturaleza humana, del fin y de su condicionamiento, de la truculencia de la vida, de fiestas barrocas y de embriaguez múltiple, de noches enrayadas de luz, del amor y de la búsqueda de una mujer, de la alianza eterna entre el espíritu y la carne, de “este fuerte deseo de cielo en la tierra”, del tiempo que se va, de los lugares también que tienen sus propias almas hasta la contemplación de ánimos universales, de los juegos con la memoria y de percepciones que crean espejos numerosos como un juego, pero también la expresión de un aspiración de la verdad a lo largo que la escritura se despliegue.

 

 

MEDITACION Y CONTEMPLACION

 

A quien considere este viaje interior, su obra ofrece una meditación que le propone una aventura intima y una iniciación verdadera. De hecho, cuando llegamos a los lugares que son rastros del artista, somos llevados a nuestro propio centro, a lo más profundo de cada uno de nosotros, aquel lugar que es lo más personal. Tomar este camino nos conduce a un conocimiento progresivo de nuestra alma a través de rostros rotos, miradas perdidas, de ojos risueños o de sonrisas melancólicas de una humanidad a veces quebrantada pero tan aún sigue viva. La ruta que nos abre esa contemplación nos indica como encontrar en cada una de estas imágenes, la parte común a la humanidad, que es al mismo tiempo un lazo con sí mismo y genera lazos de eternidad entre todos los hombres y mujeres de la tierra.

En este sentido, esta palabra o estas imágenes nos tocan, y no podemos serles como indiferentes.  Su acogimiento nos cambia, nos enriquece… nos hace mejores de alguna manera.

En este mundo eficaz y dirigido hacia la acción inmediata, Olivier Escarguel nos da una palabra llena de vida, una imagen que nos lleva a otra dimensión.

Más que nunca, necesitamos en estos días, reencontrar, entre el silencio y el ruido, el poder sagrado de la palabra y de la imagen. Ahí está la obra del poeta. 

bottom of page